Por Julia Pomares. Directora Ejecutiva CIPPEC.
Julia Pomares, directora ejecutiva de Cippec, señala qué beneficios puede traer la cumbre.
-¿Qué consigue el país con el G20?
Puede mejorar su posición en el mundo, beneficiarse no solo en términos de su posicionamiento global sino también regional y doméstico. Tendrá la oportunidad de convocar y darles voz a otros países emergentes, y generar asociaciones estratégicas con esas naciones. Además puede aprovechar este proceso para que la conversación global sobre los dilemas del futuro nutra la agenda interna. Cómo la digitalización transformará al mercado laboral y el cambio climático, no son temas ajenos.
-¿Y cómo puede sacar provecho?
Construyendo un abordaje que considere las particularidades de las economías emergentes y amplificando la conversación del proceso del G20 a diferentes ámbitos y sectores y a lo largo de toda la geografía. En esa tarea contribuirán los grupos de afinidad, como el T20, la red de los centros de políticas públicas del G20 que CIPPEC y CARI coordinan.
-¿Para qué sirve el G20?
El G20 en 2018 carga una pesada mochila: es percibido como el ámbito de cooperación para salvar al multilateralismo de las fuerzas que lo acechan. Por ello, convive con múltiples y heterogéneas expectativas sobre su rol. Pensado en sus orígenes como un instrumento ágil y flexible para resolver crisis financieras, tiene ahora ante sí una crisis quizás mucho más compleja: la de la globalización. Esta cumbre ocurrirá en la región más desigual del planeta y enfrenta el gran reto de contribuir a dar respuestas a las tendencias antiglobalización. En 2008 Estados Unidos era parte del problema y también quería ser parte de la solución. La incertidumbre sobre la predisposición de Estados Unidos en 2018 para acordar y mantener la cooperación entre países hace al desafío aún más grande.