Los miembros de la task force del T20 Argentina sobre "Seguridad Alimentaria y Agricultura Sostenible" se reunieron en IFPRI para debatir los avances de sus trabajos. Por Sara Gustafson y Valeria Piñeiro.
El seminario asociado al Think 20 (T20) Argentina del grupo de trabajo sobre “Seguridad Alimentaria y Agricultura Sostenible” y el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI por sus siglas en inglés) mostró el detrás de escena de cómo los miembros de T20 desarrollan sus recomendaciones.
Los co-chairs del grupo de trabajo, Jikun Huang (Universidad de Pekín), Eugenio Díaz Bonilla (IFPRI) y Martin Piñeiro (CARI), enfatizaron que los problemas globales requieren acción colectiva. El éxito de esta acción colectiva, a su vez, depende en gran medida del consenso y la aceptación de las partes interesadas. Con esto en mente, los miembros de la task force organizaron un evento e invitaron a expertos en desarrollo global y formuladores de políticas para sumar una audiencia más amplia a la conversación sobre seguridad alimentaria y agricultura sostenible.
El debate se centró en los documentos de políticas públicas que el grupo de trabajo elaboró para abordar desafíos de seguridad alimentaria mundial y para presentar propuestas innovadoras. Antes de la presentación de los informes a los líderes del G20 en la Cumbre del T20 en septiembre, los co-chairs querían asegurarse de que las ideas y propuestas satisfagan las necesidades globales.
Los debates destacaron la complejidad de los desafíos que enfrentan los países desarrollados y en desarrollo con respecto a la seguridad alimentaria y la nutrición, las inversiones agrícolas y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, así como las opiniones divergentes sobre la mejor manera de abordar estos desafíos.
El nexo entre seguridad alimentaria-cambio climático, el tema de documento 1, generó un debate intenso entre los participantes, que discutieron cómo aumentar la producción mundial de alimentos sin provocar daños al medio ambiente. Los autores plantearon varias recomendaciones para reducir la huella de carbono de la agricultura a través de la tecnología y el comercio. Un eje clave fue la mejora de las prácticas para corregir la erosión del suelo y mejorar la capacidad de los suelos para capturar las emisiones de carbono. El documento de políticas públicas recomienda que el G20 ponga en marcha una iniciativa global para alentar el uso de tecnologías basadas en el conocimiento y la información para minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los participantes en el taller destacaron las dificultades que enfrentan estas propuestas, incluida la asequibilidad y el acceso. Maximo Torero (Banco Mundial) y Rob Vos (IFPRI) enfatizaron la necesidad de proporcionar incentivos apropiados para ayudar a los agricultores a adoptar nuevas tecnologías climáticamente inteligentes, así como la necesidad de identificar cuáles son las que los productores realmente necesitan. Eugenia Saini (Fontagro) sugirió que se proponga la realización de un fondo global para la investigación y el desarrollo agrícola que brinde apoyo a los productores que no tienen los recursos para adoptar nuevas tecnologías.
Díaz-Bonilla, el autor principal del documento de políticas públicas 5, se centró en el financiamiento necesario para una una transición hacia sistemas alimentarios sostenibles. Los participantes discutieron la mejor manera de estimular la inversión en infraestructura. Este informe señala que aunque los estudios han demostrado que proyectos como la rehabilitación de tierras degradadas y pequeños servicios de riego son rentables, la financiación sigue siendo escasa en la práctica en todo el mundo. De manera similar, si bien el sistema financiero mundial tiene una gran liquidez, los mercados y los gobiernos no le están dando prioridad al financiamiento de inversiones en producción de alimentos social y ambientalmente sostenible.
Geeta Sethi (Banco Mundial) amplió la información sobre este punto: “Hay liquidez, pero no hemos descubierto qué y cómo ampliar en términos de proyectos de infraestructura. También necesitamos encontrar formas de acomodar las diferencias en el propensión al riesgo de los inversores”.
Otro obstáculo es la falta de capacidad para formular propuestas de proyectos viables para inversiones en agricultura sostenible. Para vincular mejor a los financistas y productores, los autores del documento estipularon la creación de un servicio de preparación de propuestas para desarrollar una cartera de proyectos relacionados con prácticas agrícolas climáticamente inteligentes. Los autores también recomendaron que los países aumenten los fondos para la I + D agrícola.
La necesidad de una mayor coherencia y coordinación de las políticas, tanto a nivel nacional como multilateral, provocó discusiones en varios de los documentos. El 2, por ejemplo, esboza el escenario de comercio mundial actual, en el que cinco países (China, Corea, Japón, Arabia Saudita y Rusia) son responsables de alrededor del 40% de las importaciones netas de alimentos y que siete países (Argentina, Australia, Brasil, Canadá , Nueva Zelanda, Tailandia y Estados Unidos) representan alrededor del 55% del total de las exportaciones netas de alimentos. Dado que estos actores pueden impactar significativamente en los mercados globales y el fracaso de las negociaciones multilaterales para llegar a un consenso sobre cuestiones relacionadas con el comercio como las restricciones a la exportación, los autores propusieron el establecimiento de un grupo especial de 13 países exportadores de alimentos dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para promover el diálogo, el intercambio de información y posibles acuerdos y compromisos.
Al analizar la necesidad de que el G20 armonice las políticas destinadas a mejorar la nutrición, incluyendo el etiquetado y la certificación de alimentos (del documento 7), David Laborde (IFPRI) destacó la importancia de garantizar que las medidas estén alineadas con los acuerdos comerciales multilaterales. Además, sugirió que sería mejor que los países llegaran a un acuerdo sobre cómo garantizar la alineación antes que para presentar quejas al organismo de resolución de disputas de la OMC.
Marie Ruel (IFPRI) destacó que es esencial una mejor coordinación en los diferentes ámbitos de las políticas de alimentación y nutrición para revertir la tendencia actual de la creciente prevalencia de sobrepeso y obesidad. Señaló, por ejemplo, que las intervenciones tempranas para prevenir la desnutrición entre lactantes y niños deberían ser parte de las intervenciones para corregir la obesidad, ya que las personas que sufrieron malnutrición a temprana edad están más predispuestas a la obesidad.
Para respaldar políticas nutricionales más completas, los autores del documento 7 indican que es necesario generar mejores datos sobre nutrición, para identificar patrones dietéticos en diferentes grupos de hogares y permitir vincular el consumo de los hogares con los resultados nutricionales.
A pesar de la sensatez de estas propuestas, los participantes señalaron que la mayoría de los países ya se comprometieron a una mayor coherencia política para obtener mejores resultados nutricionales a través de iniciativas como el Decenio de Acción de las Naciones Unidas sobre Nutrición. El informe debería presentar lo que ya se hizo y, además, proporcionar una hoja de ruta clara.
Los autores de los documentos 3 y 4 enfatizaron la necesidad de una perspectiva armonizada entre los sistemas alimentarios y el desperdicio de alimentos. Los autores del 4 pidieron la creación de una metodología para medir el desperdicio de alimentos en las cadenas de valor. Durante la discusión, Piñeiro pidió una definición similar de los sistemas alimentarios para ser incluidos en el 3.
En el documento 6, los autores abordaron la salud del suelo a través del mercado de fertilizantes, una de las prioridades clave de la presidencia argentina del G20. Con el fin de aumentar los fertilizantes sostenibles y utilizar e incrementar la productividad de la tierra en todo el mundo, proponen la creación mapas sobre suelos, que constituirán un bien público mundial. Estos ayudarían a rastrear las clases y propiedades del suelo para ayudar a los agricultores de los países en desarrollo a determinar qué cantidad y qué tipos de fertilizantes usar.
El documento discute la necesidad de aumentar la competencia dentro de la industria de fertilizantes. En la actualidad, la producción se mantiene extremadamente concentrada en unos pocos países. El aumento de la competencia reduciría los precios, haciendo que sea más asequible para los agricultores de los países en desarrollo. Eugenio Díaz-Bonilla (IFPRI) volvió a mencionar la importancia de la cooperación multilateral en este objetivo, sugiriendo que “si queremos aumentar la competencia para los mercados de fertilizantes a nivel mundial, podemos tener en cuenta a la OMC y qué se puede hacer bajo su paraguas”.
Además de las sugerencias a los siete documentos originales, los participantes del taller identificaron la necesidad de un octavo resumen que cubra los temas generales de productividad, investigación y desarrollo agrícola.
El seminario significó un paso importante para el proceso del T20 Argentina, ya que las partes tuvieron la oportunidad de presentar ideas y sugerencias. A continuación, los miembros de grupo de trabajo analizarán los comentarios que recibieron durante el taller para garantizar que las preocupaciones de todos los interesados se reflejen en las las propuestas de los documentos.
Por Sara Gustafson, especialista en comunicación, y Valeria Piñeiro, coordinadora senior de investigación de la División de Mercados, Comercio e Instituciones del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI por sus siglas en inglés).