La resiliencia urbana como eje para abordar el cambio climático

Por Gabriel Lanfranchi. Co-chair del grupo de trabajo Cambio Climático e infraestructura para el desarrollo.

Con el comienzo de la presidencia argentina del G20 se inaugura una nueva edición del Think 20 (T20), un espacio esencial para los think tanks del mundo. Desde su creación en 2012, integra a los centros de producción de conocimiento capaces de desarrollar alternativas de políticas para los gobiernos, aconsejar  al G20 y monitorear su implementación. En esta oportunidad, será coordinado por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).

El objetivo del T20 es generar recomendaciones de políticas públicas concretas y factibles para el foro multilateral, a partir del intercambio intelectual desarrollado en diez grupos de trabajo.  Durante este ciclo, uno de ellos es “Cambio climático e infraestructura para el desarrollo”.

La problemática del cambio climático se vincula directamente con las políticas urbanas.  El área urbana mundial se va a triplicar en los próximos 30 años, su población va a alcanzar el 66% (54% en la actualidad) y es allí, en las ciudades, donde se produce el 70% de las emisiones de gases de efectivo invernadero, según datos de ONU Habitat. En este contexto, resulta evidente que si no se trabaja para reducir las emisiones de gases, el camino hacia un desarrollo sostenible será dificultoso.

La inversión en infraestructura urbana de calidad es una de las claves para el desarrollo sostenible. Las acciones que hacen ciudad son aquellas dirigidas a crear o mejorar infraestructura en un territorio determinado, como los desagües cloacales, las redes de fibra óptica, los puentes, los parques, entre otras. Estas obras son de particular importancia para los países emergentes, donde se observan déficits importantes.

El cambio climático es una problemática de larga data, pero sus efectos en períodos de tiempo tan cortos nunca fueron tan pronunciados como durante las últimas décadas. Por eso, el fenómeno se instaló en la agenda mundial a través de acuerdos y recomendaciones. Ante la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, la alianza de los grupos de afinidad del G20, entre los cuales se encuentra el T20, sostuvo que “los otros 19 miembros del G20 deben demostrar convincentemente su voluntad de aplicarlo”.

Para abordar los posibles impactos del cambio climático, como las precipitaciones récord, las sequías, los golpes de calor y los huracanes, se debe fortalecer la inversión en infraestructura resiliente, es decir, aquella que  permite la recuperación rápida  tras estos fenómenos. La resiliencia urbana es uno de los ejes principales del programa de Ciudad de CIPPEC. Una infraestructura inadecuada aumenta las dificultades para acceder al agua potable, el saneamiento, la energía limpia y, de manera indirecta, a la educación, a la salud y al trabajo. También es necesario estimular la productividad, promover el acceso y el desarrollo de fuentes eficientes de energía y desarrollar sinergias con la infraestructura existente.

Durante el T20 Argentina, el grupo de trabajo se dedicará  a potenciar la red de instituciones productoras de conocimiento, a compartir las experiencias de los países y a realizar recomendaciones de políticas para estimular la inversión pública y privada en una infraestructura resiliente, en consonancia con los objetivos del Acuerdo de París y la Agenda 2030. Una de las premisas de estas propuestas será que garantizar un futuro climático seguro y económicamente próspero es posible si se emprenden acciones de manera urgente e inmediata, como concluyó el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC AR5, por sus siglas en inglés).

El grupo de trabajo “Cambio climático e infraestructura para el desarrollo” trabajará sobre la mitigación de los impactos del cambio climático y abordará el desarrollo de infraestructura para la generación de ciudades resilientes, es decir, que se puedan recomponer e incluso fortalecer luego de un desastre natural. Además, apuntará a  mejoras de infraestructura baja en carbono, como un elemento esencial para el crecimiento y el desarrollo sostenible, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).